Foto: César Navarro
La música, básicamente electrónica (ambiental y rítmica), creada por Alan Poma, director de La Victoria sobre el sol, ocupaba el espacio sonoro de principio a fin, interactuando (al parecer), en tiempo real con los personajes y en algunos momentos, en mi impresión, llevaba un gran protagonismo para mantener la estructura dramática. El constante movimiento escénico de Muki Sabogal contrastaba con los movimientos mínimos de los otros dos personajes, que más bien estaban sumergidos en su propio ritual, como si literalmente flotaran sobre el magma de sonidos que mantenía la obra en constante estado de trance (aunque me gustaba bastante la música pensaba también y por qué no algo de silencio?). Había momentos que la coreografía de los personajes era un total espectáculo visual, donde las proyecciones cumplían también un rol esencial, para generar algo parecido a un viaje psicodélico.
La idea de cruzar las experiencias de cada personaje, y generar esa sensación de una especie de temporalidad múltiple lograba hacia el final generar un efecto como de suspensión. “Así se abre la vida” o algo así escuché decir a uno de los personajes. Y creo que allí es que uno se encontraba con la esencia de esta obra.
Lograr concisión en este tipo de proyectos y no caer en el mar de la divagación sensorial (más aun cuando se tratan estas temáticas) es siempre difícil pero pienso que el Colectivo CEMT ha logrado con IRAKE controlar las posibles desmesuras y ofrecer un buen montaje audiovisual, un buen viaje.
Esperemos haya pronto otra producción del CEMT, pues genera una gran satisfacción saber que exista un grupo de gente interesado en articular las experiencia de música experimental y artes escénicas, en general del trabajo multidisciplinario, con resultados más que interesantes, y con un trabajo autogestionado y de impecable presentación, que no podemos dejar de aplaudir. (Luis Alvarado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario