lunes, 20 de junio de 2016

Sobre IRAKE, nuevo montaje del CEMT



IRAKE, dirigida por Gonzalo del Águila, es la segunda producción del Colectivo de Experimentación Músico Teatral (CEMT), quienes también produjeron La Victoria Sobre El Sol, obra con la cual IRAKE comparte, no sólo un mismo equipo de trabajo, sino también una vocación multidisciplinaria. Pude asistir a la última de las funciones, realizada en Domingo Laboratorio. Al entrar nos recibían unas estructuras geométricas que sugerían ser las cimas del Apu Huayna Picchu. Una proyección bañaba toda la pared adyacente con imágenes que contribuían a acentuar ciertos momentos de tensión de la obra, pero también a dotarla de una atmósfera moderna tecnológica que entraba en diálogo con lo que ocurría sobre las estructuras geométricas: allí tenía lugar la epopeya de una joven fotógrafa (encarnada por Muki Sabogal) que tiene que llegar a la cima para encontrarse a sí misma. En simultáneo, en otro tiempo, un inca (encarnado por Roger Saenz) va relatando y anticipando el episodio de la conquista. Otro personaje (encarnado por Lourdes Sáenz) hacía las veces de una voz en la que iban resonando los conflictos de ambos personajes (dicho sea de paso con momentos de trabajo vocal que podían remitir a lo hecho en La Victoria Sobre el Sol).

Foto: César Navarro



La música, básicamente electrónica (ambiental y rítmica), creada por Alan Poma, director de La Victoria sobre el sol, ocupaba el espacio sonoro de principio a fin, interactuando (al parecer), en tiempo real con los personajes y en algunos momentos, en mi impresión, llevaba un gran protagonismo para mantener la estructura dramática. El constante movimiento escénico de Muki Sabogal contrastaba con los movimientos mínimos de los otros dos personajes, que más bien estaban sumergidos en su propio ritual, como si literalmente flotaran sobre el magma de sonidos que mantenía la obra en constante estado de trance (aunque me gustaba bastante la música pensaba también y por qué no algo de silencio?). Había momentos que la coreografía de los personajes era un total espectáculo visual, donde las proyecciones cumplían también un rol esencial, para generar algo parecido a un viaje psicodélico.

La idea de cruzar las experiencias de cada personaje, y generar esa sensación de una especie de temporalidad múltiple lograba hacia el final generar un efecto como de suspensión. “Así se abre la vida” o algo así escuché decir a uno de los personajes. Y creo que allí es que uno se encontraba con la esencia de esta obra.

Lograr concisión en este tipo de proyectos y no caer en el mar de la divagación sensorial (más aun cuando se tratan estas temáticas) es siempre difícil pero pienso que el Colectivo CEMT ha logrado con IRAKE controlar las posibles desmesuras y ofrecer un buen montaje audiovisual, un buen viaje. 

Esperemos haya pronto otra producción del CEMT, pues genera una gran satisfacción saber que exista un grupo de gente interesado en articular las experiencia de música experimental y artes escénicas, en general del trabajo multidisciplinario, con resultados más que interesantes, y con un trabajo autogestionado y de impecable presentación, que no podemos dejar de aplaudir. (Luis Alvarado)

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